El efecto pigmalión en psicología y pedagogía, es la creencia de que una persona puede influir en el rendimiento de otra. Muchas veces se denomina “profecía autocumplida”. Así la forma de cómo educamos, hablamos y tratamos a los más pequeños, y las expectativas que proyectamos sobre ello, pueden determinar su comportamiento y personalidad. Hay una relación directa entre las expectativas que tenemos sobre una persona y el rendimiento que se obtiene sobre ella.
El efecto pigmalión puede afectar a gran número de personas en los siguientes ámbitos: social, laboral y educativo. Desde mi punto de vista como padre, en el que más podemos actuar es en el educativo.
En los años sesenta Rosenthal y Jacobson, realizaron un experimento en una escuela californiana.
A los profesores se les dijó que se había realizado un test de inteligencia, y que una serie de estudiantes tenían un gran coeficiente intelectual. Los alumnos fueron escogidos al azar. También se les dijo a los profesores que esos alumnos serían los que tendrían mayor rendimiento. Después de ocho meses se comprobó que el rendimiento de estos muchachos fue mayor que el del resto. Aunque fueron elegidos completamente al azar.
¿Por qué sucedió esto? Según el estudio de Rosenthal, el maestro actúa convirtiendo sus percepciones sobre cada alumno en una didáctica individualizada que le lleva, constructiva o destructivamente a confirmar esas percepciones.
La próxima vez cambia lo "imposible" por "lo posible" y el "Nunca lo intentes" por "No te detengas".
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